Hablar de la experiencia del empleado en el siglo XXI es algo normal, pero no siempre fue así. Como en cualquier aspecto de la sociedad, los derechos han tenido que ir forjándose a base de luchas, conquistas y entendimiento.
Atrás quedaron los tiempos en los que las condiciones laborales primaban por las largas horas de trabajo, la producción en masa y una escasa seguridad. El siglo XX comenzó a ser testigo, aunque lentamente, de ciertas mejoras para la fuerza laboral hasta que, casi en la última etapa del mismo, se comenzó a percibir, por parte de las organizaciones, que los trabajadores comprometidos y satisfechos rendían mejor. La globalización y la competencia entre compañías inclinaron la balanza a favor de los mismos, comenzando a surgir las primeras iniciativas en torno a la experiencia del empleado. El siglo XXI no se entendería, con la transformación digital y una nueva manera de ver el mundo, sin este concepto.
Situación actual
En esta nueva era las empresas quieren satisfacer las necesidades de sus trabajadores. A mayor satisfacción, mayor productividad y compromiso. Algo que implica un desarrollo profesional superior o mejores condiciones salariales, aunque el aspecto económico no siempre es lo más importante. El equilibrio entre la vida laboral y personal, la flexibilidad laboral, un ambiente de trabajo sano, herramientas digitales que faciliten la labor diaria o la participación en la toma de decisiones son también valoradas.
A nivel internacional las grandes multinacionales americanas suelen ser reconocidas por sus ambientes de trabajo innovadores, algo que atrae al talento. En el lado europeo las empresas de Finlandia, Países Bajos, Alemania o Suecia están muy comprometidas con el bienestar de los mismos. ¿Qué ocurre con España? Muchas de nuestras medianas y grandes empresas han mejorado en este sentido, aumentando su flexibilidad, programas de formación y desarrollo continuo, por poner algunos ejemplos.
Sin embargo, no todo es tan idílico como se desearía. Según el Tech Employee Experience Report 2024, llevado a cabo por la plataforma de experiencia de empleado Nailted, en el que participaron más de 14.000 trabajadores Tech y usuarios de la misma, se aprecia una disminución generalizada de la calidad de esta experiencia. Un 65,65 % de los empleados tecnológicos nominarían a su empresa a los premios “mejor lugar para trabajar”, un 12,25 % menos que en 2023. Entre las principales carencias que los participantes del estudio destacan, figuran el gran número de reglamentos internos innecesarios, no sentirse alineados con los objetivos de la empresa, una escasa comunicación y feedback, no percibir un salario justo, la falta de valoración y reconocimiento…
Por su parte una encuesta de Gartner señala que sólo el 13 % de los empleados están completamente satisfechos con su experiencia. Por ello, desde la consultora se recuerda que hay que fomentar dos componentes fundamentales: el compromiso de los trabajadores y alinear a estos con los objetivos de la organización, comprendiendo cómo se conectan e interactúan los trabajadores en la cultura organizacional.
Diferencias en función del tamaño
A la hora de diferenciar en función del número de empleados, el tamaño sí importa ya que, si bien en las pymes el ambiente puede ser más cercano, los empleados pueden asumir diferentes responsabilidades y conseguir un mayor aprendizaje, en el caso de las medianas y grandes organizaciones los beneficios pueden ser mayores a nivel de recursos y beneficios, ascensos o equilibrio entre la vida personal y profesional.
Tendencias
Más allá de todo lo expuesto, las tendencias que se esperan en torno a esta experiencia pasan por plataformas colaborativas más inclusivas, según el integrador Newtech Group, además de por un aprendizaje continuo, mayor bienestar, una automatización de procesos más inteligente y una inteligencia artificial que personalizará esta experiencia con asistentes virtuales que ayudarán al departamento de RR.HH. a adaptar determinados procesos. Todo ello junto a un análisis predictivo que permitirá identificar necesidades, interviniendo en función de las misma.
En definitiva, apostar por una experiencia del empleado en un momento en el que la batalla por el talento es una constante, es apostar por una inversión que nos aportará un gran rédito a corto plazo.